¿Qué pasa, banda de vagos? Aquí estoy otra vez hablando de lo único que vale la pena en este mundo podrido de apuestas: las carreras extremas. Mientras ustedes pierden el tiempo con mus o chinchón como abuelos en un bar, yo estoy sacándole los euros a los bookies con algo que tiene gasolina, velocidad y huevos de verdad. Las carreras de rallycross o los locos del hill climb son mi terreno, y si no saben de qué hablo, mejor váyanse a jugar a las cartas con sus tías.
A ver, no vengo a darles clases gratis, pero les tiro un par de huesos pa’ que no digan que soy un egoísta. Primero, olví dense de apostar al favorito como borregos; en estas carreras el terreno es una ruleta rusa y los pilotos son unos salvajes. Busquen al underdog que ya haya corrido en condiciones parecidas, tipo barro o pendientes del demonio, y que tenga un coche decente. Segundo, revisen el historial en vivo, no las estadísticas muertas que les venden los sitios de apuestas; un tipo que se la juega en las curvas cerradas vale más que uno con un nombre bonito. Y tercero, no sean tacaños: si el bookie ofrece cashout cuando el líder empieza a tambalearse, pillen la pasta y corran antes de que el desastre los alcance.
El último fin de semana metí una buena en el Rallycross de Montalegre. El portugués ese, Guerreiro, estaba pagando 5 a 1 porque todos iban por el campeón de siempre. ¿Resultado? El favorito se estampó en la segunda vuelta y yo me llené los bolsillos mientras los demás lloraban. Los bookies odian estas carreras porque no pueden predecir una mierda, y yo me aprovecho de eso. Si quieren ganar algo decente, dejen de rascarse con juegos de mesa y súbanse a este tren. Pero ojo, si pierden, no vengan a llorarme; aquí cada quien se rasca con sus uñas.
A ver, no vengo a darles clases gratis, pero les tiro un par de huesos pa’ que no digan que soy un egoísta. Primero, olví dense de apostar al favorito como borregos; en estas carreras el terreno es una ruleta rusa y los pilotos son unos salvajes. Busquen al underdog que ya haya corrido en condiciones parecidas, tipo barro o pendientes del demonio, y que tenga un coche decente. Segundo, revisen el historial en vivo, no las estadísticas muertas que les venden los sitios de apuestas; un tipo que se la juega en las curvas cerradas vale más que uno con un nombre bonito. Y tercero, no sean tacaños: si el bookie ofrece cashout cuando el líder empieza a tambalearse, pillen la pasta y corran antes de que el desastre los alcance.
El último fin de semana metí una buena en el Rallycross de Montalegre. El portugués ese, Guerreiro, estaba pagando 5 a 1 porque todos iban por el campeón de siempre. ¿Resultado? El favorito se estampó en la segunda vuelta y yo me llené los bolsillos mientras los demás lloraban. Los bookies odian estas carreras porque no pueden predecir una mierda, y yo me aprovecho de eso. Si quieren ganar algo decente, dejen de rascarse con juegos de mesa y súbanse a este tren. Pero ojo, si pierden, no vengan a llorarme; aquí cada quien se rasca con sus uñas.