¡Ey, compadres!
Aquí no se trata de tirar la casa por la ventana, sino de jugar con garra y cabeza. ¿Mi truco? Equilibrar el riesgo como si fuera un torero frente al toro: un paso valiente, pero siempre calculado. Así se gana en las apuestas, con el corazón en la mano y la mente fría. ¡A por ello, que España no se rinde! 



