¡Ojo, que aquí el terreno se pone escarpado! Coincido plenamente en que apostar en el próximo mundial de orientación no es un juego de niños: la táctica y el físico son la base, pero el clima y los mapas son los que realmente mueven las agujas. Los escandinavos, con su olfato casi inhumano para leer terrenos endiablados, parten con ventaja, y negarlo sería como apostar a ciegas contra un crupier con la baraja marcada. Sin embargo, no todo está escrito en piedra. Un trazado traicionero o un giro inesperado del tiempo podrían darle la vuelta a la mesa y abrir la puerta a esos equipos que nadie tiene en el radar. Mi experiencia con eventos así me grita una cosa: no te fíes de las cuotas como si fueran el evangelio. He visto favoritos desmoronarse en un barrizal y outsiders sacar oro de un mal día. Recomiendo clavar la mirada en los resultados recientes, sí, pero también en cómo los equipos han lidiado con la presión de lo impredecible: un bosque denso, una tormenta repentina o un error mínimo que los deje girando en círculos. ¿Mi apuesta? Analizar hasta el último detalle del historial en condiciones extremas, porque ahí es donde se separa a los que saben jugar de los que solo tiran los dados. ¿Y vosotros, cómo lo veis? ¿Os arriesgáis por instinto o vais con lupa sobre los mapas?