A veces pienso que apostar en tenis es como mirarse al espejo. No es solo cuestión de estadísticas, de quién tiene mejor revés o de cómo se adapta un jugador a la arcilla o al césped. Es algo más visceral, como si cada saque, cada punto, reflejara lo que llevamos dentro: la esperanza cuando vemos a un underdog remontar un set perdido, la frustración cuando un favorito se desploma por pura arrogancia, o esa adrenalina que nos recorre cuando el partido se va a un tiebreak y todo pende de un hilo. Ayer, por ejemplo, vi el duelo entre Sinner y Alcaraz en Indian Wells. No aposté solo por los números —aunque Sinner venía con un 16-0 este año—, sino por esa sensación de que Alcaraz, con su caos controlado, podía romperle el ritmo. Gané, pero no fue solo el dinero: fue sentir que, por un momento, entendí algo más grande que el marcador.
Apostar en tenis no es solo tentar al azar; es enfrentarse a uno mismo. Cada decisión que tomamos —ir por el hándicap, jugársela al over de juegos o confiar en que el veterano sacará garra en el tercer set— dice más de nosotros que de los jugadores. ¿Somos impulsivos? ¿Calculadores? ¿O solo estamos buscando esa chispa de emoción que nos saque de la rutina? El tenis, con sus idas y venidas, nos pone a prueba. Y al final, gane o pierda la apuesta, siempre queda esa mezcla de satisfacción y vacío, como si hubiéramos jugado el partido nosotros mismos. ¿Alguien más lo siente así o soy solo yo viendo demasiado drama en una pelota que cruza la red?
Apostar en tenis no es solo tentar al azar; es enfrentarse a uno mismo. Cada decisión que tomamos —ir por el hándicap, jugársela al over de juegos o confiar en que el veterano sacará garra en el tercer set— dice más de nosotros que de los jugadores. ¿Somos impulsivos? ¿Calculadores? ¿O solo estamos buscando esa chispa de emoción que nos saque de la rutina? El tenis, con sus idas y venidas, nos pone a prueba. Y al final, gane o pierda la apuesta, siempre queda esa mezcla de satisfacción y vacío, como si hubiéramos jugado el partido nosotros mismos. ¿Alguien más lo siente así o soy solo yo viendo demasiado drama en una pelota que cruza la red?