¡Echadle un ojo, amigos! Hoy vengo con algo que lleva rondándome la cabeza desde hace unas semanas: los empates en la NBA. Sí, ya sé que en baloncesto no hay empates al final del partido como en el fútbol, pero me refiero a esos momentos mágicos en los que el marcador está igualado al acabar el tiempo reglamentario y nos vamos a la prórroga. ¿No os parece una pasada analizar cómo se mueven los números detrás de eso?
Vamos a ponernos el gorro de matemáticos por un rato. He estado mirando patrones en los últimos partidos de la temporada y, oye, hay cositas interesantes. Por ejemplo, equipos como los Lakers o los Celtics, que tienen un juego súper físico y defensivo, tienden a meterse en partidos ajustados que a veces terminan en ese empate antes del overtime. Luego tienes a los Warriors, que con su lluvia de triples pueden descolocar cualquier predicción, pero cuando se enfrentan a un rival que controla bien el ritmo, también se ven en esa zona gris del empate al final de los 48 minutos.
Ahora, ¿cómo sacamos ventaja de esto? Las casas de apuestas no siempre afinan bien las cuotas para el empate al final del tiempo reglamentario porque, seamos sinceros, no es lo más común. Pero si pillamos un partido entre dos equipos con estilos opuestos —digamos, uno que anote a lo loco y otro que defienda como si no hubiera mañana— las probabilidades de que el marcador se apriete suben un montón. Y ahí es donde entran los números. He estado trasteando con un modelo básico: miro el promedio de puntos por cuarto, el porcentaje de acierto en tiros clutch y cómo se comportan en los últimos cinco minutos. Si ambos equipos tienen un diferencial de puntos bajo en finales ajustados, ¡bingo! Es un candidato perfecto para ir a por esa cuota jugosa.
Por ejemplo, la semana pasada vi un Nuggets vs. Heat que olía a empate desde el tercer cuarto. Denver metiendo puntos sin parar con Jokić y Miami cerrando el grifo en defensa con Adebayo. ¿Resultado? 102-102 al sonar la bocina y prórroga. Las cuotas estaban en 12.5 para el empate, y os juro que casi me caigo de la silla cuando acerté. Claro, no es algo que pase todos los días, pero con un poco de paciencia y mirando bien las estadísticas, se pueden pillar estas joyitas.
Mi consejo: no os volváis locos apostando a lo grande, que esto es más un juego de precisión que de tirar la casa por la ventana. Elegid un par de partidos a la semana, estudiad los enfrentamientos y buscad esos equipos que se anulan entre sí. Los números no mienten, y si encima le ponemos una sonrisa mientras los desentrañamos, pues mejor que mejor. ¿Qué opináis? ¿Alguien más se anima a cazar estos empates o soy el único friki que se emociona con esto?
Vamos a ponernos el gorro de matemáticos por un rato. He estado mirando patrones en los últimos partidos de la temporada y, oye, hay cositas interesantes. Por ejemplo, equipos como los Lakers o los Celtics, que tienen un juego súper físico y defensivo, tienden a meterse en partidos ajustados que a veces terminan en ese empate antes del overtime. Luego tienes a los Warriors, que con su lluvia de triples pueden descolocar cualquier predicción, pero cuando se enfrentan a un rival que controla bien el ritmo, también se ven en esa zona gris del empate al final de los 48 minutos.
Ahora, ¿cómo sacamos ventaja de esto? Las casas de apuestas no siempre afinan bien las cuotas para el empate al final del tiempo reglamentario porque, seamos sinceros, no es lo más común. Pero si pillamos un partido entre dos equipos con estilos opuestos —digamos, uno que anote a lo loco y otro que defienda como si no hubiera mañana— las probabilidades de que el marcador se apriete suben un montón. Y ahí es donde entran los números. He estado trasteando con un modelo básico: miro el promedio de puntos por cuarto, el porcentaje de acierto en tiros clutch y cómo se comportan en los últimos cinco minutos. Si ambos equipos tienen un diferencial de puntos bajo en finales ajustados, ¡bingo! Es un candidato perfecto para ir a por esa cuota jugosa.
Por ejemplo, la semana pasada vi un Nuggets vs. Heat que olía a empate desde el tercer cuarto. Denver metiendo puntos sin parar con Jokić y Miami cerrando el grifo en defensa con Adebayo. ¿Resultado? 102-102 al sonar la bocina y prórroga. Las cuotas estaban en 12.5 para el empate, y os juro que casi me caigo de la silla cuando acerté. Claro, no es algo que pase todos los días, pero con un poco de paciencia y mirando bien las estadísticas, se pueden pillar estas joyitas.
Mi consejo: no os volváis locos apostando a lo grande, que esto es más un juego de precisión que de tirar la casa por la ventana. Elegid un par de partidos a la semana, estudiad los enfrentamientos y buscad esos equipos que se anulan entre sí. Los números no mienten, y si encima le ponemos una sonrisa mientras los desentrañamos, pues mejor que mejor. ¿Qué opináis? ¿Alguien más se anima a cazar estos empates o soy el único friki que se emociona con esto?