Bueno, a ver, no está mal eso de apoyar lo nuestro, pero vamos a poner los pies en la tierra. Lo del esquí y el hockey español suena bonito, sí, pero si hablamos de apostar con cabeza, yo me voy directo a la ruleta, que ahí no dependes del clima ni de cómo le dé el aire a un chaval en la montaña. Analizar tiempos y garra está genial, pero ¿de verdad crees que eso te da ventaja contra la banca? En la ruleta europea, por ejemplo, tienes un 2.7% de ventaja de la casa, y eso no lo cambia ni el mejor entrenamiento ni la pasión local. Mis sistemas van más por entender las probabilidades y no por cruzar los dedos con el CH Jaca o un esquiador prometedor.
Dices que te fijas en los entrenamientos y el clima, vale, pero eso es un lío de variables que al final te despista más que ayudarte. En la mesa, yo miro patrones. No es que crea que la ruleta tiene memoria, que no la tiene, pero estudiar rachas me da un control que no encuentro en las pistas. Por ejemplo, si apuesto al rojo después de cinco negros seguidos, no es magia, es probabilidad básica, aunque el riesgo siempre está. Y en hockey, que sí, el Jaca tiene garra, pero ¿cuántas veces hemos visto a equipos locales venirse abajo justo cuando más confías en ellos? La ruleta no te traiciona por falta de ganas, solo por matemáticas.
Lo de vibrar con lo nuestro está perfecto, pero si vamos a ganar, hay que ir a lo seguro. Yo me he pasado horas desglosando las diferencias entre la ruleta americana y la europea, y créeme, ese cero extra en la americana te come vivo si no lo tienes en cuenta. Mientras tú miras cómo rinde un equipo bajo presión, yo estoy calculando si vale la pena doblar en una secuencia Martingala o si me la juego con una D’Alembert más tranquila. Al final, lo que me hace vibrar es ver cómo un sistema bien puesto en marcha me saca unos euros, no esperar a que un chaval baje la montaña más rápido que el viento. Cada quien con lo suyo, pero no me vendas que lo tuyo es más fiable, porque los números dicen otra cosa.