Qué locura, ¿no? Mientras barajo ases en la mesa, mi mente galopa por los hipódromos. Ayer soñé que un caballo cojo me guiñaba un ojo y hoy veo tríos en las cartas. ¿Predicciones raras? Aposté al jinete sin silla y gané. En póker o en la pista, lo extraño siempre paga.