Venga, mientras unos se juegan la vida bluffeando bajo techo, otros preferimos que el viento nos dé una mano extra. El póker al aire libre tiene lo suyo: lees las odds, calculas el bote y, de paso, adivinas si esa ráfaga va a tumbar las cartas o al rival. ¿Estrategia? Apuesta fuerte cuando el sol ciega al de enfrente. Total, si pierdes, siempre puedes culpar a la naturaleza... o a esa promo de casino que te distrajó en el peor momento.