Qué tal, pues aquí va una de esas historias que no te esperas. Estaba aburrido el otro día, tirado en el sofá, y decidí abrir la app del casino que tengo en el celular. No soy de los que apuesta fuerte, pero me gusta probar suerte de vez en cuando. Total, que me metí en las apuestas deportivas y vi un partido de fútbol que no pintaba nada mal. El equipo grande iba de favorito, como siempre, pero algo me dijo que le diera una oportunidad al otro, el que nadie miraba. La cuota era alta, así que puse unos pocos euros, más por curiosidad que por otra cosa.
El partido empezó y, para qué mentir, no tenía muchas esperanzas. Pero poco a poco la cosa se fue poniendo interesante. El menos favorito empezó a meter presión, y yo ahí, pegado a la pantalla del móvil, viendo cómo se cocinaba algo grande. Al final, ganaron por la mínima, y cuando vi el saldo en la app, no me lo creía. No fue una fortuna, pero sí lo suficiente como para sacarme una sonrisa y pagar unas rondas. La app funcionó de maravilla, todo rápido y sin cortes, que eso siempre se agradece cuando estás en el momento. A veces, confiar en el que nadie espera te da estas alegrías.
El partido empezó y, para qué mentir, no tenía muchas esperanzas. Pero poco a poco la cosa se fue poniendo interesante. El menos favorito empezó a meter presión, y yo ahí, pegado a la pantalla del móvil, viendo cómo se cocinaba algo grande. Al final, ganaron por la mínima, y cuando vi el saldo en la app, no me lo creía. No fue una fortuna, pero sí lo suficiente como para sacarme una sonrisa y pagar unas rondas. La app funcionó de maravilla, todo rápido y sin cortes, que eso siempre se agradece cuando estás en el momento. A veces, confiar en el que nadie espera te da estas alegrías.