Vaya, otro fin de semana viendo las apuestas en trineo irse más rápido que un descenso en St. Moritz. Te emocionas, analizas las curvas, los tiempos, y al final, el "cashback" es como un chocolate caliente aguado: suena bien, pero no calienta. ¿De verdad compensa ese retorno mínimo cuando la pista te deja helado y la cartera vacía? Yo ya no sé si sigo por la adrenalina o por cabezonería.