Qué tal, camaradas de las sombras. A veces, las cartas se quedan mudas, igual que los golpes en el octágono. Viendo el último UFC, noté cómo los peleadores tejen sus tácticas como si jugaran una mano oculta. Un jab rápido, un amague, y de pronto estás contando las luces del techo. En el blackjack pasa igual: esperas el momento, calculas las probabilidades, pero el crupier siempre tiene un as bajo la manga. No hay victoria sin riesgo, ni en la jaula ni en la mesa. Todo se reduce a leer el silencio antes del caos.