Anoche fue una locura total. Aposté por un underdog en el campeonato de skate, convencido de que su estilo agresivo podía dar la sorpresa. Al principio pintaba mal, caía una y otra vez. Pero en la última ronda, ¡bam! Clavó un combo imposible y remontó hasta el primer puesto. Mi corazón iba a mil, la adrenalina por las nubes. Esa apuesta me dejó temblando y con una ganancia que no esperaba. ¡Qué noche!