¡Vaya locura, amigos! Llevo semanas dándole vueltas a un sistema matemático que me tiene alucinado y hoy por fin lo puse a prueba con las quinielas de velocidad. No saben la emoción que siento al ver cómo los números empiezan a encajar. Les cuento cómo fue: tomé datos de las últimas 15 carreras, analizando variables como el rendimiento promedio de los pilotos en circuitos específicos, las condiciones climáticas que suelen influir en los resultados y hasta el desgaste estimado de los neumáticos según las estadísticas de pits. Con eso armé una matriz de probabilidades para predecir los tres primeros lugares.
Lo primero que hice fue asignar pesos a cada factor. Por ejemplo, el historial del piloto en un circuito como Mónaco, que es tan técnico, lo ponderé en un 40%, porque ahí la máquina no lo es todo, sino la habilidad pura. Luego, el factor clima lo dejé en un 25%, porque una lluvia inesperada puede voltear cualquier pronóstico. El resto lo distribuí entre consistencia del equipo y datos de velocidad máxima en rectas, que saqué de reportes oficiales. Después, crucé todo con las cuotas que estaban ofreciendo en las quinielas y busqué dónde el sistema me decía que había valor oculto.
Puse a prueba el sistema con una quiniela pequeña, apostando a combinaciones de pilotos que no eran los favoritos obvios según las masas, pero que mis cálculos marcaban como probables. ¿El resultado? En la última carrera, de las tres posiciones que predije, dos entraron exactas y la tercera quedó a nada, cuarto lugar por una diferencia de décimas. No me hice millonario aún, pero el subidón de ver que los números funcionaron fue increíble.
Lo mejor de esto es que no es solo suerte, sino que siento que estoy descifrando un código. Ahora estoy ajustando el modelo, porque creo que puedo afinar más el peso de las variables. Por ejemplo, subestimé un poco el impacto de las estrategias de equipo en las paradas, y eso me costó el pleno. Pero cada carrera me da más datos para perfeccionarlo. ¿Alguno de ustedes ha probado algo así? Me encantaría comparar ideas y ver cómo podemos sacarle más jugo a estas quinielas. ¡Esto está que arde!
Lo primero que hice fue asignar pesos a cada factor. Por ejemplo, el historial del piloto en un circuito como Mónaco, que es tan técnico, lo ponderé en un 40%, porque ahí la máquina no lo es todo, sino la habilidad pura. Luego, el factor clima lo dejé en un 25%, porque una lluvia inesperada puede voltear cualquier pronóstico. El resto lo distribuí entre consistencia del equipo y datos de velocidad máxima en rectas, que saqué de reportes oficiales. Después, crucé todo con las cuotas que estaban ofreciendo en las quinielas y busqué dónde el sistema me decía que había valor oculto.
Puse a prueba el sistema con una quiniela pequeña, apostando a combinaciones de pilotos que no eran los favoritos obvios según las masas, pero que mis cálculos marcaban como probables. ¿El resultado? En la última carrera, de las tres posiciones que predije, dos entraron exactas y la tercera quedó a nada, cuarto lugar por una diferencia de décimas. No me hice millonario aún, pero el subidón de ver que los números funcionaron fue increíble.
Lo mejor de esto es que no es solo suerte, sino que siento que estoy descifrando un código. Ahora estoy ajustando el modelo, porque creo que puedo afinar más el peso de las variables. Por ejemplo, subestimé un poco el impacto de las estrategias de equipo en las paradas, y eso me costó el pleno. Pero cada carrera me da más datos para perfeccionarlo. ¿Alguno de ustedes ha probado algo así? Me encantaría comparar ideas y ver cómo podemos sacarle más jugo a estas quinielas. ¡Esto está que arde!