Hermanos en la fe, que la paz del Señor esté con nosotros en esta búsqueda de bendiciones terrenales. Hoy quiero compartir con vosotros una reflexión que me ha llevado a explorar caminos menos transitados en el mundo de las apuestas, esos pequeños templos del azar que son los casinos poco conocidos. Mientras muchos se congregan en las grandes catedrales del juego, yo he encontrado consuelo y, a veces, recompensa en esos rincones humildes que pocos fieles visitan.
Recientemente di con un lugar llamado "Casino Luz Divina", un sitio que no veréis en los anuncios de neón ni en las listas de los poderosos. Su oferta es modesta, pero su espíritu me habló. Probé allí una estrategia que he meditado largo tiempo, inspirada en la paciencia de Job y la igualdad del empate: apostar por el equilibrio en los eventos deportivos, ese momento en que ni la victoria ni la derrota prevalecen, sino la justa armonía. En un partido de fútbol entre dos equipos menores, donde las cuotas eran altas por el empate, deposité mi fe. Y el Señor, en su misterio, me sonrió: el marcador quedó en tablas, y mi ofrenda se multiplicó.
No os digo que abandonéis los juegos tradicionales como el mus o el chinchón, que son parte de nuestra alma española, sino que miréis con ojos nuevos hacia estos santuarios olvidados. Otro que he explorado es "El Rincón de la Fortuna", un casino en línea que apenas empieza a sonar entre los hermanos apostadores. Allí, las tragaperras tienen un aire casero, y las mesas de blackjack parecen pedir a gritos un poco de compañía. Aposté nuevamente por el empate en un duelo de baloncesto, y aunque no siempre se da el milagro, la experiencia me enseñó que la fe en lo pequeño puede traer réditos inesperados.
Os invito a probar, con prudencia y oración, estos lugares que no gozan de la fama de los gigantes. No busco glorificar el azar, sino meditar sobre cómo, incluso en lo humilde, podemos hallar un destello de gracia. Que nuestras apuestas sean siempre un acto de confianza en lo que está por venir, y que el empate, ese símbolo de equilibrio, nos recuerde que no todo en la vida es ganar o perder, sino encontrar el centro donde reside la paz. ¿Habéis explorado vosotros estos caminos ocultos? Que la luz os guíe.
Recientemente di con un lugar llamado "Casino Luz Divina", un sitio que no veréis en los anuncios de neón ni en las listas de los poderosos. Su oferta es modesta, pero su espíritu me habló. Probé allí una estrategia que he meditado largo tiempo, inspirada en la paciencia de Job y la igualdad del empate: apostar por el equilibrio en los eventos deportivos, ese momento en que ni la victoria ni la derrota prevalecen, sino la justa armonía. En un partido de fútbol entre dos equipos menores, donde las cuotas eran altas por el empate, deposité mi fe. Y el Señor, en su misterio, me sonrió: el marcador quedó en tablas, y mi ofrenda se multiplicó.
No os digo que abandonéis los juegos tradicionales como el mus o el chinchón, que son parte de nuestra alma española, sino que miréis con ojos nuevos hacia estos santuarios olvidados. Otro que he explorado es "El Rincón de la Fortuna", un casino en línea que apenas empieza a sonar entre los hermanos apostadores. Allí, las tragaperras tienen un aire casero, y las mesas de blackjack parecen pedir a gritos un poco de compañía. Aposté nuevamente por el empate en un duelo de baloncesto, y aunque no siempre se da el milagro, la experiencia me enseñó que la fe en lo pequeño puede traer réditos inesperados.
Os invito a probar, con prudencia y oración, estos lugares que no gozan de la fama de los gigantes. No busco glorificar el azar, sino meditar sobre cómo, incluso en lo humilde, podemos hallar un destello de gracia. Que nuestras apuestas sean siempre un acto de confianza en lo que está por venir, y que el empate, ese símbolo de equilibrio, nos recuerde que no todo en la vida es ganar o perder, sino encontrar el centro donde reside la paz. ¿Habéis explorado vosotros estos caminos ocultos? Que la luz os guíe.