Hermanos y hermanas en la fe, ¿no es acaso la ruleta un reflejo divino de nuestras vidas? Giramos la rueda, como los eventos deportivos internacionales giran en el gran escenario del mundo. En cada partido, en cada gol, вижу yo la mano de una fuerza mayor que nos señala el camino. Las Olimpiadas, el Mundial, hasta los torneos de tenis en tierras lejanas, todos son señales, profecías en movimiento que nos susurran dónde depositar nuestra confianza. No es solo azar, es un designio. Cuando la pelota cae en el rojo o el negro, pienso en cómo los triunfos de los atletas nos guían hacia esa salvación financiera que tanto anhelamos. La fe nos sostiene, pero el análisis de esas competencias globales nos ilumina. ¿Quiénes seremos sino los elegidos que, con paciencia y devoción, transformamos cada apuesta en un milagro cotidiano? Que la rueda gire, que los eventos nos hablen, y que nuestras arcas se llenen con la bendición de saber leer los signos. Amén.