Compañeros, aún siento el cosquilleo de aquella noche. Era mi primera vez usando el método Labouchère en serio, después de practicarlo en casa con papel y lápiz. Había elegido una mesa de ruleta en el casino local, nada lujoso, pero con buena vibra. Mi secuencia inicial era sencilla: 1-2-3-2-1. La idea era mantener el control, no dejarme llevar por la emoción.
Empecé con apuestas pequeñas, siguiendo la suma de los extremos. Gané un par de rondas, perdí otras, pero la secuencia avanzaba lento y seguro. Cada vez que tachaba un número, sentía que estaba más cerca de algo grande. Entonces, llegó ese momento: llevaba unas dos horas jugando, y la secuencia estaba a punto de cerrarse. Solo necesitaba una victoria más. Puse la apuesta, el corazón me latía fuerte, y la bola cayó justo donde necesitaba.
No era una fortuna, pero para mí fue enorme. Más que el dinero, fue la sensación de que el método funcionó, de que no era solo suerte. Me fui a casa con una sonrisa que no se me quitaba. Desde entonces, sigo ajustando mis secuencias, probando en apuestas deportivas también, pero esa noche siempre será especial. ¿Alguno de vosotros ha sentido algo así con Labouchère?
Empecé con apuestas pequeñas, siguiendo la suma de los extremos. Gané un par de rondas, perdí otras, pero la secuencia avanzaba lento y seguro. Cada vez que tachaba un número, sentía que estaba más cerca de algo grande. Entonces, llegó ese momento: llevaba unas dos horas jugando, y la secuencia estaba a punto de cerrarse. Solo necesitaba una victoria más. Puse la apuesta, el corazón me latía fuerte, y la bola cayó justo donde necesitaba.
No era una fortuna, pero para mí fue enorme. Más que el dinero, fue la sensación de que el método funcionó, de que no era solo suerte. Me fui a casa con una sonrisa que no se me quitaba. Desde entonces, sigo ajustando mis secuencias, probando en apuestas deportivas también, pero esa noche siempre será especial. ¿Alguno de vosotros ha sentido algo así con Labouchère?