¡Qué pasa, pandilla de envidiosos! Aquí estoy otra vez, arrasando con mis exprés en vivo mientras ustedes siguen soñando con ganarle al crupier. Anoche, en una sesión rápida, metí un combo de ruleta y blackjack que me dejó el bolsillo tan lleno que casi no podía caminar. Tres tiradas, dos mesas, y el dinero cayendo como si me lo regalaran. Nadie me para, ni el azar ni los novatos que creen que saben apostar. Esto es puro instinto, velocidad y saber cuándo apretar el botón. A ver quién se atreve a seguirme el ritmo, porque yo no freno ni para contar los billetes.