Qué jornada tan decepcionante nos han dado los equipos de la Europa League esta vez. No sé ni por dónde empezar con tanto desastre. Venía con toda la ilusión después de analizar a fondo los partidos, las tácticas, las alineaciones, y al final nada sale como uno espera. Por ejemplo, el Sevilla contra el West Ham, ¿qué pasó ahí? Los sevillistas tenían todo para controlar el mediocampo con su presión alta y aprovechar las bandas, pero se dejaron comer el terreno y terminaron pagándolo caro. Y ni hablemos del Leipzig contra el Spartak, que pintaba para ser un partido abierto, con los alemanes dominando la posesión y creando peligro constante, pero no, se durmieron en los laureles y dejaron que los rusos les sacaran el empate de la nada.
Luego está lo del Betis, que me tiene con los nervios de punta. Contra el Eintracht, esperaba ver ese juego vertical que tan bien manejan, con Canales y Fekir conectando y los laterales subiendo como locos, pero se encontraron con un muro alemán que no les dejó ni respirar. Y el colmo fue lo del Galatasaray contra el Barça, que aunque no sorprendiera tanto, igual duele ver cómo los turcos se desinflaron tan rápido después de ilusionarnos con su intensidad inicial. Hasta el Rangers contra el Estrella Roja me falló, y eso que los escoceses venían con una dinámica buena en casa.
Es que no hay manera de acertar cuando los equipos deciden jugar a medio gas o directamente desconectarse. Uno se pasa horas mirando estadísticas, revisando cómo se paran en el campo, qué tan efectivos son en transiciones o en balones parados, y al final te clavan un gol de rebote o se les olvida marcar en 90 minutos. Ya no sé si es mala suerte, falta de compromiso de los jugadores o que los entrenadores se guardan las tácticas para otro día. Lo único claro es que esta jornada me ha dejado con un sabor amargo y el bolsillo más ligero. A ver si la próxima fecha se dignan a cumplir con lo que uno espera de ellos, porque esto de confiar en la Europa League está empezando a sentirse como tirar la plata a la basura.
Luego está lo del Betis, que me tiene con los nervios de punta. Contra el Eintracht, esperaba ver ese juego vertical que tan bien manejan, con Canales y Fekir conectando y los laterales subiendo como locos, pero se encontraron con un muro alemán que no les dejó ni respirar. Y el colmo fue lo del Galatasaray contra el Barça, que aunque no sorprendiera tanto, igual duele ver cómo los turcos se desinflaron tan rápido después de ilusionarnos con su intensidad inicial. Hasta el Rangers contra el Estrella Roja me falló, y eso que los escoceses venían con una dinámica buena en casa.
Es que no hay manera de acertar cuando los equipos deciden jugar a medio gas o directamente desconectarse. Uno se pasa horas mirando estadísticas, revisando cómo se paran en el campo, qué tan efectivos son en transiciones o en balones parados, y al final te clavan un gol de rebote o se les olvida marcar en 90 minutos. Ya no sé si es mala suerte, falta de compromiso de los jugadores o que los entrenadores se guardan las tácticas para otro día. Lo único claro es que esta jornada me ha dejado con un sabor amargo y el bolsillo más ligero. A ver si la próxima fecha se dignan a cumplir con lo que uno espera de ellos, porque esto de confiar en la Europa League está empezando a sentirse como tirar la plata a la basura.