¡Vaya racha llevo, amigos! Otro día más que me planto frente a las tragaperras y nada, ni un triste premio que me saque una sonrisa. ¿Dónde están esos premios gordos que tanto prometen? Porque yo ya estoy empezando a pensar que son como el mus en mi pueblo: todos dicen que saben jugar, pero al final nadie gana nada decente. Llevo semanas dándole a las máquinas, probando de todo, desde las clásicas de frutas hasta esas modernas con luces y sonidos que te marean, y lo único que saco es un agujero en el bolsillo.
Mira que he tenido mis momentos buenos, ¿eh? Recuerdo aquella vez que me llevé un buen pellizco en una de esas máquinas que te van subiendo la adrenalina poco a poco. Estaba en un bar de mala muerte, con un café frío en la mano, y de repente, ¡pum! Las campanas sonando, la pantalla parpadeando y yo sin creérmelo. Me dio para unas vacaciones decentes y hasta sobró para invitar a los colegas a unas rondas. Pero ahora, nada de nada. Parece que la suerte se ha ido a jugar al chinchón con otro.
Yo creo que estas máquinas están más trucadas que un dado de timador. O eso, o mi suerte se ha quedado atrapada en alguna partida de cartas del siglo pasado. Porque vamos, no es normal que le des y le des, que te aprendas los trucos, que esperes ese momento en el que todo encaja, y al final lo único que encaja es que te vas con las manos vacías. ¿A alguien más le pasa o soy yo el único que no encuentra el truco? Si esto sigue así, me paso al mus con mis tíos, que al menos ahí el único premio es reírme de sus caras cuando pierden. ¡Contadme algo, que necesito esperanza!
Mira que he tenido mis momentos buenos, ¿eh? Recuerdo aquella vez que me llevé un buen pellizco en una de esas máquinas que te van subiendo la adrenalina poco a poco. Estaba en un bar de mala muerte, con un café frío en la mano, y de repente, ¡pum! Las campanas sonando, la pantalla parpadeando y yo sin creérmelo. Me dio para unas vacaciones decentes y hasta sobró para invitar a los colegas a unas rondas. Pero ahora, nada de nada. Parece que la suerte se ha ido a jugar al chinchón con otro.
Yo creo que estas máquinas están más trucadas que un dado de timador. O eso, o mi suerte se ha quedado atrapada en alguna partida de cartas del siglo pasado. Porque vamos, no es normal que le des y le des, que te aprendas los trucos, que esperes ese momento en el que todo encaja, y al final lo único que encaja es que te vas con las manos vacías. ¿A alguien más le pasa o soy yo el único que no encuentra el truco? Si esto sigue así, me paso al mus con mis tíos, que al menos ahí el único premio es reírme de sus caras cuando pierden. ¡Contadme algo, que necesito esperanza!