Oye, ¿alguien más está viendo cómo las cuotas de la NBA se mueven como si estuvieran en una pista de baile con dos pies izquierdos? No sé qué pasa esta temporada, pero los números están haciendo piruetas raras. Ayer, por ejemplo, vi cómo el over/under para el partido de los Lakers contra los Nuggets empezó en 225, luego bajó a 221 en un parpadeo y, de repente, antes del salto inicial, ya estaba en 228. ¿Qué demonios? No es que Jokic haya aprendido a volar de la noche a la mañana.
Yo suelo cazar esas líneas que se tambalean como si tuvieran resaca. Mi truco es pillarlas cuando están en el punto más loco, justo antes de que las casas de apuestas se den cuenta de que la han liado. Por ejemplo, si veo que el spread para un equipo como los Celtics pasa de -6 a -3 sin razón aparente —sin lesiones, sin noticias raras—, me lanzo como si fuera un rebote en el último segundo. Ahí es donde está el dinero, en esa confusión. Pero esta semana, madre mía, parece que las cuotas tienen vida propia, como si alguien las estuviera agitando desde un control remoto en Las Vegas.
Luego está el tema de los underdogs. Los que seguimos los hilos sabemos que equipos como los Pistons o los Wizards no deberían tener cuotas tan infladas, pero de repente te las encuentras en +12 cuando hace dos días estaban en +8 contra el mismo rival. ¿Es por las rotaciones? ¿Por las estadísticas avanzadas que se les escapan a los oddsmakers? No lo sé, pero yo ya metí una apuesta al +10 de los Hornets contra los Heat porque esa línea olía a despiste total.
Mi estrategia ahora mismo es simple pero rara: miro las cuotas en vivo, espero a que hagan un giro digno de un crossover de Kyrie Irving y entonces decido. Nada de apostar a ciegas antes del partido, que eso es como tirar un triple desde el medio campo con los ojos cerrados. Si las veis moverse así, contadme qué pensáis, porque esto parece más un circo que una temporada de baloncesto.
Yo suelo cazar esas líneas que se tambalean como si tuvieran resaca. Mi truco es pillarlas cuando están en el punto más loco, justo antes de que las casas de apuestas se den cuenta de que la han liado. Por ejemplo, si veo que el spread para un equipo como los Celtics pasa de -6 a -3 sin razón aparente —sin lesiones, sin noticias raras—, me lanzo como si fuera un rebote en el último segundo. Ahí es donde está el dinero, en esa confusión. Pero esta semana, madre mía, parece que las cuotas tienen vida propia, como si alguien las estuviera agitando desde un control remoto en Las Vegas.
Luego está el tema de los underdogs. Los que seguimos los hilos sabemos que equipos como los Pistons o los Wizards no deberían tener cuotas tan infladas, pero de repente te las encuentras en +12 cuando hace dos días estaban en +8 contra el mismo rival. ¿Es por las rotaciones? ¿Por las estadísticas avanzadas que se les escapan a los oddsmakers? No lo sé, pero yo ya metí una apuesta al +10 de los Hornets contra los Heat porque esa línea olía a despiste total.
Mi estrategia ahora mismo es simple pero rara: miro las cuotas en vivo, espero a que hagan un giro digno de un crossover de Kyrie Irving y entonces decido. Nada de apostar a ciegas antes del partido, que eso es como tirar un triple desde el medio campo con los ojos cerrados. Si las veis moverse así, contadme qué pensáis, porque esto parece más un circo que una temporada de baloncesto.