¡Venga, que ya estamos a las puertas de otro maratón épico! No sé vosotros, pero yo ya estoy frotándome las manos pensando en cómo sacar tajada de este caos de zancadas y sudor. Los maratones son una mina de oro para los que sabemos leer entre líneas, así que aquí van mis movidas para el próximo.
Primero, ojo con los favoritos. Siempre hay un par de nombres que suenan en todas las quinielas, pero no os dejéis cegar por las cuotas bajas. Estos cracks a veces se confían o pinchan por el clima, que en estas carreras es como un dado girando. Si el día sale húmedo o con viento, buscad a los corredores de fondo puro, esos que no se achantan aunque llueva barro. Los sprinters disfrazados de maratonianos suelen quedar bien en la foto al principio, pero luego se desinflan.
Luego está el factor sorpresa, que es donde se mueve la pasta gorda. Mirad a los novatos con hambre o a los veteranos que nadie espera ya. El año pasado metí un buen pellizco con un tío que venía de una lesión y nadie le daba un duro, pero el cabrón voló en los últimos 10 kilómetros. Estadísticas, amigos: revisad sus tiempos en medias maratones recientes o si han estado entrenando en altitud. Eso marca la diferencia cuando las piernas empiezan a temblar.
Táctica clave: no os caséis con un solo corredor desde el principio. Los maratones son largos, y pasa de todo. Yo suelo meter una apuesta inicial conservadora en un favorito para cubrirme las espaldas, y luego voy ajustando en vivo según cómo pinten los primeros 20 kilómetros. Si veis a alguien que arranca fuerte pero empieza a perder fuelle en la mitad, es el momento de apostar en contra. Las casas de apuestas en directo son un filón si tienes ojo.
Y no olvidéis el duelo psicológico. En estas carreras, el que cruza primero la meta no siempre es el más rápido, sino el que aguanta la cabeza fría cuando el cuerpo dice basta. Fijaos en los que tienen cara de póker en las entrevistas previas, esos suelen guardar un as bajo la manga.
Así que nada, a estudiar el recorrido, el parte meteorológico y las piernas de los corredores. Si jugáis bien las cartas, el próximo maratón puede ser un buen día de pago. ¿Quién se anima a meterle un par de euros a un outsider?
Primero, ojo con los favoritos. Siempre hay un par de nombres que suenan en todas las quinielas, pero no os dejéis cegar por las cuotas bajas. Estos cracks a veces se confían o pinchan por el clima, que en estas carreras es como un dado girando. Si el día sale húmedo o con viento, buscad a los corredores de fondo puro, esos que no se achantan aunque llueva barro. Los sprinters disfrazados de maratonianos suelen quedar bien en la foto al principio, pero luego se desinflan.
Luego está el factor sorpresa, que es donde se mueve la pasta gorda. Mirad a los novatos con hambre o a los veteranos que nadie espera ya. El año pasado metí un buen pellizco con un tío que venía de una lesión y nadie le daba un duro, pero el cabrón voló en los últimos 10 kilómetros. Estadísticas, amigos: revisad sus tiempos en medias maratones recientes o si han estado entrenando en altitud. Eso marca la diferencia cuando las piernas empiezan a temblar.
Táctica clave: no os caséis con un solo corredor desde el principio. Los maratones son largos, y pasa de todo. Yo suelo meter una apuesta inicial conservadora en un favorito para cubrirme las espaldas, y luego voy ajustando en vivo según cómo pinten los primeros 20 kilómetros. Si veis a alguien que arranca fuerte pero empieza a perder fuelle en la mitad, es el momento de apostar en contra. Las casas de apuestas en directo son un filón si tienes ojo.
Y no olvidéis el duelo psicológico. En estas carreras, el que cruza primero la meta no siempre es el más rápido, sino el que aguanta la cabeza fría cuando el cuerpo dice basta. Fijaos en los que tienen cara de póker en las entrevistas previas, esos suelen guardar un as bajo la manga.
Así que nada, a estudiar el recorrido, el parte meteorológico y las piernas de los corredores. Si jugáis bien las cartas, el próximo maratón puede ser un buen día de pago. ¿Quién se anima a meterle un par de euros a un outsider?