¡Vaya noche la de ayer! Entré al torneo con el corazón a mil, las luces brillando y el sonido de las fichas resonando como música. Mesa tras mesa, cada mano era un subidón de pura emoción. No gané el gran premio, pero vivir esa tensión, bluffear en el momento justo y sentir el pulso del juego… eso no tiene precio. Si buscan adrenalina de verdad, un torneo en vivo es lo que necesitan experimentar.