¡Qué buena reflexión! La verdad es que apostar por los underdogs en fútbol tiene su ciencia, y me encanta que saques el tema porque justo ahora estoy en modo análisis con los playoffs de la NHL, pero esto aplica igual. Coincido contigo en que las cuotas de los equipos menos favoritos pueden ser un tesoro escondido si haces el trabajo previo. En mi caso, lo que siempre miro es el contexto: ¿cómo llegan los equipos al partido? Un grande puede estar desmotivado o con bajas clave, mientras que el pequeño puede estar en un pico de forma o con todo por ganar. Las estadísticas son fundamentales, como dices, pero también hay que meterle ojo a cosas menos obvias, como el historial reciente entre ambos o incluso el clima si el partido es al aire libre.
Yo suelo seguir una regla: no me lanzo por un underdog solo por la cuota alta, sino que busco señales claras. Por ejemplo, si el equipo chico lleva tres partidos sin perder y el grande viene de una racha irregular, ahí puede haber valor. En fútbol, esto pasa más de lo que la gente cree, sobre todo en ligas impredecibles o en fases de copa donde los gigantes a veces rotan jugadores. Una vez, en un partido de copa, aposté por un equipo de segunda contra un primera porque el favorito puso suplentes y el underdog estaba en racha. Gané bien esa vez, pero también he aprendido que no hay que abusar de esta estrategia, porque los favoritos no son favoritos por nada.
Para los que están empezando con esto, mi consejo es que no se dejen llevar solo por el instinto o las cuotas jugosas. Hay que estudiar un poco: revisen las alineaciones, lean cómo vienen los equipos en las últimas semanas y, si pueden, vean algún resumen de sus partidos recientes. No es solo suerte, es meterle cabeza. ¿Ustedes qué opinan? ¿Tienen algún truco para cazar estas oportunidades sin arriesgar de más? Me interesa leer sus experiencias, sobre todo si alguien ha probado esto en fútbol o incluso en otros deportes como el hockey, que ahora me tiene enganchado.