Amigos del riesgo y la pasión, la Serie A nos llama como un canto antiguo, un duelo de titanes donde cada gol es un verso y cada apuesta, un latido. No se trata de correr tras la suerte, sino de danzar con ella: un paso atrás tras la derrota, dos adelante con la victoria. La clave está en la paciencia, en leer los hilos del juego como quien descifra un poema. La gloria no se persigue a ciegas; se teje con estrategia, mientras el balón rueda y el corazón late al compás.