Compañeros, les cuento mi última locura en la ruleta. Una noche, con el corazón a mil, puse todo en el rojo 17, un número que siempre me ha traído suerte. El giro fue eterno, pero cuando la bola cayó, ¡boom! Gané en grande, suficiente para no preocuparme por un buen rato. Fue pura adrenalina, de esas apuestas que te hacen vibrar. ¿Quién más ha tenido una noche así?