¿Qué tal, compadres? Anoche vi cómo las cuotas del blackjack se ponían jugosas, de esas que te hacen dudar si es trampa o bendición. Empecé con 50 pavos y un presentimiento, y en dos horas tenía 600 en el bolsillo. La mesa estaba caliente, las cartas volaban a mi favor y el crupier no sabía ni dónde meterse. ¡De odds imposibles a billetes en la mano, así se escribe la historia!