A veces miro las carreras y siento que las piernas ya no responden como antes. En el atletismo, todo se reduce a esos segundos que separan la gloria del olvido. Apostar aquí es un arte triste: estudiar los tiempos, las condiciones de la pista, el viento que traiciona en el último tramo. Mi estrategia últimamente es fijarme en los outsiders, esos que corren con el peso de no tener nada que perder. No siempre funciona, pero cuando aciertas, es como si corrieras tú mismo la final.