¡Qué locura es lanzarse a un torneo de blackjack sin ser el favorito! Ahí está la magia: estudiar cada mano, leer a los rivales y apostar con cabeza aunque las fichas no estén de tu lado. He aprendido que no se trata solo de cartas perfectas, sino de arriesgar en el momento justo. La última vez, con una estrategia sólida y un poco de instinto, pasé de estar en la cuerda floja a quedar entre los primeros. ¡Esa adrenalina de remontar es lo que me engancha! A veces, no ser el foco te da ventaja, porque nadie espera tu jugada maestra. ¿Quién más se anima a brillar desde las sombras?