Bueno, la verdad es que tirar dados tiene ese aire de estar esperando el pase perfecto, pero con un nudo en el estómago porque sabes que todo puede salir mal. Tu movida con el doble tres me suena a esas jugadas en las que apuestas todo a una carta improbable, como cuando te guardas un par bajo en la mesa y rezas por que el flop te sonría. Yo, en los dados, suelo ir con un ojo en las probabilidades y otro en la intuición, aunque admito que a veces me dejo llevar por el momento y termino apostando a combinaciones que son más un deseo que una estrategia.
En el fondo, creo que todos buscamos esa chispa, ese instante en que el dado cae justo donde querías, como cuando ves que tu equipo mete un gol en el descuento. Pero, siendo honesto, después de tantas noches probando suerte, empiezo a pensar que lo que me engancha no es solo ganar, sino esa sensación de estar al borde del abismo, esperando que el universo te guiñe un ojo. ¿Tú cómo lo llevas? ¿Es puro instinto como dices, o hay algo más detrás de esas combinaciones raras? Porque, no sé, a veces siento que arriesgarse así es como jugar una mano sin mirar las cartas, y aunque suene loco, hay algo poético en eso.