Compañeros, estoy que no duermo pensando en la final de la Champions. Llevo días analizando estadísticas, revisando alineaciones probables y hasta mirando el historial de los árbitros, pero sigo con un nudo en el estómago. Aposté una cantidad decente a que el partido se va a penales, porque los dos equipos están tan igualados que no veo un ganador claro en los 90 minutos. El problema es que no paro de darle vueltas: ¿y si uno mete un gol tempranero y se rompe todo mi pronóstico? La última vez que aposté en una final así, me confié demasiado y perdí porque no conté con los imprevistos, como esa expulsión absurda que cambió el partido. Ahora estoy entre seguir mi instinto o cubrir la apuesta con algo más seguro, como un empate en el primer tiempo. ¿Alguien más está en este lío mental? ¿Cómo lo manejan? Porque entre la emoción del partido y el estrés de la apuesta, creo que no voy a soportar la espera.