¡Venga, a meterle caña al tema! Cuando se trata de apostar por nuestros equipos nacionales, la pasión nos puede nublar el juicio. He estado en unas cuantas maratones de apuestas durante partidos clave, y os cuento lo que he aprendido para no tropezar en lo mismo. Primero, ojo con apostar solo por el corazón. Que sí, que el orgullo tira mucho, pero si el equipo no está en racha o tiene bajas importantes, mejor analizar fríamente. Mirad estadísticas: posesión, goles a favor y en contra, o cómo rinden de local o visitante. Segundo, no os dejéis llevar por cuotas que parecen caramelos. A veces una cuota baja no es sinónimo de victoria segura; investigad por qué está tan inflada. Otro error clásico es querer recuperar pérdidas en caliente. Si la cosa no sale, parad, tomad aire y volved con la cabeza clara. Y por último, extended las apuestas en varias jornadas. No todo en un solo partido, que los torneos largos dan sorpresas. ¿Qué trucos usáis vosotros para no caer en estas trampas? ¡Contad!
