Bueno, pues aquí va una de esas historias que te hacen dudar si el universo tiene sentido del humor o simplemente le gusta jugar con nosotros. Estaba viendo un partido de voleibol, uno de esos donde el equipo favorito llevaba ventaja desde el primer set y el underdog parecía estar pidiendo a gritos que alguien los sacara de su miseria. Total, que me dio por apostar al perdedor, más por aburrimiento que por fe, porque las cuotas estaban tan infladas que pensé "si pierdo, al menos no será mucho".
Llega el último set, el favorito dominando como siempre, y de repente, el saque más absurdo que he visto en mi vida. El tipo del equipo débil lanza la pelota como si estuviera peleando con ella, pega en la red, rebota raro y cae justo en el único hueco que dejaron los otros. Punto. Luego otro. Y otro más. El favorito se desconcentró, empezaron los errores, y de pronto, el equipo que parecía muerto remontó como si nada. Gané una pasta por pura chiripa, porque vamos, ni el más optimista hubiera puesto un peso por ese saque ridículo. A veces pienso que las apuestas son menos análisis y más esperar que el destino se ría contigo y no de ti.
Llega el último set, el favorito dominando como siempre, y de repente, el saque más absurdo que he visto en mi vida. El tipo del equipo débil lanza la pelota como si estuviera peleando con ella, pega en la red, rebota raro y cae justo en el único hueco que dejaron los otros. Punto. Luego otro. Y otro más. El favorito se desconcentró, empezaron los errores, y de pronto, el equipo que parecía muerto remontó como si nada. Gané una pasta por pura chiripa, porque vamos, ni el más optimista hubiera puesto un peso por ese saque ridículo. A veces pienso que las apuestas son menos análisis y más esperar que el destino se ría contigo y no de ti.