Qué tal, gente. A veces el hielo quema más de lo que uno espera. Recuerdo esa noche, un partido de la NHL, los Maple Leafs contra los Bruins. Analicé cada línea, cada estadística, y puse mi dinero en un empate. El tercer período se desmoronó, un gol en el último minuto me dejó en silencio. Pero luego vino el revés: aposté por los underdogs en un Flyers vs. Penguins, y esa vez el instinto ganó. No siempre acierto, el hockey es un caos helado, pero cuando las piezas encajan, el sonido del puck contra la red suena como victoria.