¡Venga, amigos, que esto del mus y el chinchón no es solo cosa de suerte!
Aquí va un secreto que me ha salvado el pellejo (y la cartera) más veces de las que cuento: todo está en cómo manejas tu capital. No te lances a lo loco apostando como si fueras el rey del mazo, que luego te quedas sin fichas y con cara de tonto. ¿Mi truco? Divido mi bankroll en partes, como si fueran raciones de paella: un 60% para jugar tranquilo, un 30% para esos momentos de “voy a por todas” y un 10% de reserva por si las cosas se tuercen. Así no te pillan desprevenido cuando la partida se pone caliente.
Ojo, que no es solo cuánto apuestas, sino cuándo. En el mus, si te vienes arriba con una mano mediocre, te puedes comer un farol que te deje temblando. Yo siempre digo: mira tus cartas, calcula tus opciones y no te dejes llevar por el subidón del momento. ¿Que te sale un par de reyes? ¡Estupendo! Pero no tires la casa por la ventana si el resto no acompaña. Y en el chinchón, por Dios, no te obsesiones con cerrar juego rápido; a veces es mejor ir despacito y guardar algo en la manga para remontar.
Y otro consejillo de oro: ponte un tope. Sí, sí, un límite de pérdidas que no pases ni aunque te jure el abuelo del bar que “la próxima es la buena”. Si llegas a ese punto, te levantas, te tomas una caña y a otra cosa, mariposa. Que el mus y el chinchón son para disfrutarlos, no para que te saquen los higadillos. ¿Cuánto es ese tope? Depende de ti, pero yo nunca me juego más del 20% de mi bankroll en una sentada. ¡A prueba de disgustos!
Así que ya sabéis, jugones, a dominar el arte del bankroll como si fuerais toreros toreando las apuestas. ¡A darle caña, pero con cabeza!


Ojo, que no es solo cuánto apuestas, sino cuándo. En el mus, si te vienes arriba con una mano mediocre, te puedes comer un farol que te deje temblando. Yo siempre digo: mira tus cartas, calcula tus opciones y no te dejes llevar por el subidón del momento. ¿Que te sale un par de reyes? ¡Estupendo! Pero no tires la casa por la ventana si el resto no acompaña. Y en el chinchón, por Dios, no te obsesiones con cerrar juego rápido; a veces es mejor ir despacito y guardar algo en la manga para remontar.
Y otro consejillo de oro: ponte un tope. Sí, sí, un límite de pérdidas que no pases ni aunque te jure el abuelo del bar que “la próxima es la buena”. Si llegas a ese punto, te levantas, te tomas una caña y a otra cosa, mariposa. Que el mus y el chinchón son para disfrutarlos, no para que te saquen los higadillos. ¿Cuánto es ese tope? Depende de ti, pero yo nunca me juego más del 20% de mi bankroll en una sentada. ¡A prueba de disgustos!
Así que ya sabéis, jugones, a dominar el arte del bankroll como si fuerais toreros toreando las apuestas. ¡A darle caña, pero con cabeza!

