Qué tal, gente, aquí va una de mis locuras: una noche cualquiera, entre tragos y tragaperras, le di al botón sin mucha fe y ¡bam!, el jackpot me miró de frente. No sé si fue suerte o el universo jugando al póker conmigo, pero esas luces parpadeando me sacaron de órbita. Gané gordo, sí, pero luego pensé: ¿y si la vida te da un full cuando menos lo esperas? Mi lección: a veces las máquinas te sorprenden más que un buen farol en la mesa.