¡Venga, que hoy me lanzo al green con ganas! Apostar en golf tiene ese punto de emoción que no se compara, pero ojo, no es solo cuestión de suerte. Llevo años siguiendo cada torneo, desde el Masters hasta los circuitos menores, y he pillado un par de trucos que me han sacado más de una sonrisa (y algún billete). Hoy quiero compartir cómo me acerco a las apuestas en este deporte tan elegante pero tan puñetero.
Lo primero es entender el campo. No todos los jugadores brillan en cualquier terreno. Por ejemplo, un links como los de Escocia favorece a los que controlan el viento y saben mantener la bola baja. Si el torneo es en un campo con greens rápidos, ojo con los que tienen un putt fino. Siempre miro las estadísticas recientes: driving distance, precisión desde el tee, porcentaje de greens en regulación. Pero no me quedo solo en los números. También peso la forma del jugador. Un tío que viene de un top-10 en el último torneo y está mentalmente sólido tiene más opciones que otro que lleva meses fallando cortes.
Otro punto clave es el formato del torneo. En un stroke play, los consistentes suelen llevarse el gato al agua, pero en match play, los que saben remontar y tienen sangre fría en los momentos clave son los que mandan. Y nunca subestimes el factor clima. Un día de lluvia puede darle la vuelta al leaderboard. Recuerdo una apuesta en el Open de 2019: puse mis fichas en un outsider porque sabía que el viento iba a ser un infierno, y el favorito no estaba cómodo en esas condiciones. ¡Bingo! Ese día brindé con algo más que agua.
No me gusta apostar siempre a lo grande. A veces, en lugar de ir por el ganador absoluto, miro mercados como top-5, top-10 o incluso enfrentamientos directos. Aquí es donde saco más jugo. Por ejemplo, si enfrentan a un veterano contra un novato en un campo técnico, el viejo zorro suele tener ventaja, aunque las cuotas no lo reflejen. Y siempre, siempre, pongo un límite. El golf es impredecible, y hasta el mejor puede tener un mal día en el bunker.
Si queréis, contadme qué tal os va en el golf o si tenéis algún truco bajo la manga. ¡Que el próximo hoyo sea un eagle para todos!
Lo primero es entender el campo. No todos los jugadores brillan en cualquier terreno. Por ejemplo, un links como los de Escocia favorece a los que controlan el viento y saben mantener la bola baja. Si el torneo es en un campo con greens rápidos, ojo con los que tienen un putt fino. Siempre miro las estadísticas recientes: driving distance, precisión desde el tee, porcentaje de greens en regulación. Pero no me quedo solo en los números. También peso la forma del jugador. Un tío que viene de un top-10 en el último torneo y está mentalmente sólido tiene más opciones que otro que lleva meses fallando cortes.
Otro punto clave es el formato del torneo. En un stroke play, los consistentes suelen llevarse el gato al agua, pero en match play, los que saben remontar y tienen sangre fría en los momentos clave son los que mandan. Y nunca subestimes el factor clima. Un día de lluvia puede darle la vuelta al leaderboard. Recuerdo una apuesta en el Open de 2019: puse mis fichas en un outsider porque sabía que el viento iba a ser un infierno, y el favorito no estaba cómodo en esas condiciones. ¡Bingo! Ese día brindé con algo más que agua.
No me gusta apostar siempre a lo grande. A veces, en lugar de ir por el ganador absoluto, miro mercados como top-5, top-10 o incluso enfrentamientos directos. Aquí es donde saco más jugo. Por ejemplo, si enfrentan a un veterano contra un novato en un campo técnico, el viejo zorro suele tener ventaja, aunque las cuotas no lo reflejen. Y siempre, siempre, pongo un límite. El golf es impredecible, y hasta el mejor puede tener un mal día en el bunker.
Si queréis, contadme qué tal os va en el golf o si tenéis algún truco bajo la manga. ¡Que el próximo hoyo sea un eagle para todos!