¡Qué tal, colega! La verdad es que esas noches negras como la que cuentas me suenan demasiado. Te leo y es como revivir esas tardes en las que apuestas por un pura sangre que arrancó fuerte en la pista y luego se desinfla en la recta final. Lo del Atalanta tiene su miga, yo también pensé que iban a galopar firme y arrasar, pero a veces el terreno no está tan firme como parece y te encuentras con un tropiezo inesperado. Y lo del Olympiacos, pues sí, es como cuando confías en un caballo veterano que siempre cumple y de repente no encuentra el ritmo, te deja con cara de "¿qué pasó aquí?".
Pienso que en estas rachas hay que mirar un poco cómo ajustamos las riendas. En las carreras de caballos pasa algo parecido: puedes estudiar el historial, el jockey, el estado de la pista, pero si el animal no está en su día o el clima cambia, todo se va al garete. Con el Atalanta igual nos dejamos llevar por el pedigree de su juego intenso y no vimos que venían con el tanque a medias. Y en el caso del Olympiacos, creo que confiamos en un outsider que ya no tiene las patas tan frescas como antes. Esto de las apuestas tiene ese punto de incertidumbre, como cuando el favorito se queda en la salida y un desconocido cruza primero la meta.
Lo que yo suelo hacer después de un traspié así es dar un paso atrás, como cuando dejas descansar a un caballo tras una carrera mala. Me pongo a revisar las repeticiones, pero con calma, sin el nervio de la apuesta encima. A veces te das cuenta de que el problema estuvo en no fijarte en las señales: un equipo que no descansa a sus titulares, un rival que viene con más hambre de la que esperabas, o incluso un césped pesado que no supiste leer. No es solo cosa de suerte, aunque la tiene, como en las carreras cuando un mal salto en el obstáculo te cuesta la victoria.
Para la próxima jornada, yo digo que hay que arrancar de cero, como si fuera la primera carrera de la temporada. Olvidarse del peso de las pérdidas y estudiar bien el formulario: quién viene en forma, quién está forzando la máquina y dónde puede haber una sorpresa. Yo ya estoy echando un ojo a los partidos como si fuera a elegir mi montura para el hipódromo, buscando ese caballo que nadie ve venir pero que tiene el galope justo para ganar. ¿Y tú, cómo vas a encarar la siguiente? Porque esto es como las apuestas en las carreras: un mal día no te saca del juego, siempre hay otra pista para intentarlo de nuevo. ¡A seguir en la pelea!