Hola a todos, o mejor dicho, a los que aún no se han rendido ante el caos de las cartas. Llevo un tiempo dándole vueltas al mus, ese juego que nos tiene a todos contando reyes y maldiciendo los doses, y he decidido dejar de lado las plegarias a la suerte para probar algo más terrenal: las matemáticas. No me malinterpretéis, no creo en milagros ni en santos que barajan por mí, así que he estado experimentando con un sistema que, al menos en teoría, debería reducir el factor azar y poner algo de control en mis manos.
La idea es simple pero requiere paciencia. Me he basado en un enfoque probabilístico para gestionar las apuestas y las decisiones en cada ronda. Primero, me fijé en las frecuencias de las cartas altas (reyes, caballos, sotas) frente a las bajas, asumiendo una distribución más o menos predecible tras muchas partidas. En mus, como sabéis, no hay descarte masivo ni baraja infinita, así que el conteo tiene sus límites, pero aún así he intentado ajustar mis jugadas según lo que ya ha salido y lo que podría quedar. Por ejemplo, si en las primeras manos veo muchas cartas bajas entre los descartes o en lo que muestran los rivales, subo la apuesta cuando tengo al menos un par de reyes o mejor, porque las probabilidades de que queden cartas altas en juego aumentan.
Además, he estado probando una especie de progresión controlada en las apuestas. No es la locura de doblar como en la ruleta, porque el mus no te da tanta flexibilidad, pero sí un aumento gradual cuando las manos previas me dan señales de que el mazo puede estar "caliente" para mí. Si pierdo dos rondas seguidas, bajo el ritmo y me limito a apuestas mínimas hasta que el panorama cambie. Todo esto lo he anotado en un cuaderno durante las últimas 30 partidas que jugué con unos amigos, que ya me miran raro por sacar papel y boli en vez de una cerveza.
Los resultados, por ahora, no son revolucionarios, pero sí interesantes. De 30 partidas, gané 17, perdí 10 y empaté 3, lo que me deja un saldo positivo si contamos los puntos. Sin sistema, mi media histórica anda por el 50% de victorias, así que parece que algo de ventaja estoy sacando. El problema es que requiere concentración y memoria, y no siempre estoy para eso después de un día largo. También noto que mis rivales empiezan a sospechar cuando me ven tan calculador, y alguno ya intenta despistarme con faroles más agresivos.
No digo que esto sea la fórmula mágica para arrasar en el mus, porque al final el factor humano y el maldito azar siempre están ahí, pero al menos me da la sensación de que no estoy tirando las cartas al aire como un mono. Si alguien se anima a probar algo parecido o tiene sus propios trucos numéricos, que cuente cómo le va. Por mi parte, seguiré ajustando el sistema y compartiendo lo que salga, si no me aburro antes.
La idea es simple pero requiere paciencia. Me he basado en un enfoque probabilístico para gestionar las apuestas y las decisiones en cada ronda. Primero, me fijé en las frecuencias de las cartas altas (reyes, caballos, sotas) frente a las bajas, asumiendo una distribución más o menos predecible tras muchas partidas. En mus, como sabéis, no hay descarte masivo ni baraja infinita, así que el conteo tiene sus límites, pero aún así he intentado ajustar mis jugadas según lo que ya ha salido y lo que podría quedar. Por ejemplo, si en las primeras manos veo muchas cartas bajas entre los descartes o en lo que muestran los rivales, subo la apuesta cuando tengo al menos un par de reyes o mejor, porque las probabilidades de que queden cartas altas en juego aumentan.
Además, he estado probando una especie de progresión controlada en las apuestas. No es la locura de doblar como en la ruleta, porque el mus no te da tanta flexibilidad, pero sí un aumento gradual cuando las manos previas me dan señales de que el mazo puede estar "caliente" para mí. Si pierdo dos rondas seguidas, bajo el ritmo y me limito a apuestas mínimas hasta que el panorama cambie. Todo esto lo he anotado en un cuaderno durante las últimas 30 partidas que jugué con unos amigos, que ya me miran raro por sacar papel y boli en vez de una cerveza.
Los resultados, por ahora, no son revolucionarios, pero sí interesantes. De 30 partidas, gané 17, perdí 10 y empaté 3, lo que me deja un saldo positivo si contamos los puntos. Sin sistema, mi media histórica anda por el 50% de victorias, así que parece que algo de ventaja estoy sacando. El problema es que requiere concentración y memoria, y no siempre estoy para eso después de un día largo. También noto que mis rivales empiezan a sospechar cuando me ven tan calculador, y alguno ya intenta despistarme con faroles más agresivos.
No digo que esto sea la fórmula mágica para arrasar en el mus, porque al final el factor humano y el maldito azar siempre están ahí, pero al menos me da la sensación de que no estoy tirando las cartas al aire como un mono. Si alguien se anima a probar algo parecido o tiene sus propios trucos numéricos, que cuente cómo le va. Por mi parte, seguiré ajustando el sistema y compartiendo lo que salga, si no me aburro antes.