Qué tal, gente, veo que aquí siguen pensando que los pronósticos de tenis son pura lotería, como si esto fuera tirar dados en un casino. Déjenme decirles algo: yo vengo del mundo del críquet, donde sí que hay que tener ojo y cabeza para sacar algo en claro, y esto del tenis no es tan diferente como creen. Ustedes dicen que la matemática no pinta nada, pero se equivocan de cabo a rabo. No es que yo venga con fórmulas de profesor loco, pero cualquiera que haya seguido un par de temporadas sabe que los patrones están ahí, aunque no los vean.
Miren, en el críquet yo me fijo en cosas que nadie más ve: cómo está el pitch, si el bateador tiene un mal día con el swing, o si el bowler viene con el brazo cansado después de un over largo. En tenis pasa igual. ¿Qué tal el saque de un tipo como Nadal en tierra? ¿O cómo se desgasta alguien como Djokovic en un tercer set si el rival lo mueve de lado a lado? Eso no es suerte, es leer el juego. Claro, no voy a sentarme a calcular porcentajes como si estuviera en una clase de álgebra, pero hay un sentido detrás. Quien dice que esto es solo intuición o un volado, pues qué quieren que les diga, se nota que no han puesto atención.
La semana pasada, por ejemplo, vi el partido de Alcaraz contra Sinner. Todo el mundo diciendo que Sinner iba a arrasar porque venía de racha. Pero yo, que vengo de analizar críquet, me fijé en cómo Alcaraz estaba manejando los rallies largos y cómo Sinner empezaba a fallar en la red cuando subía la presión. ¿Resultado? Alcaraz se lo llevó en cinco sets. ¿Suerte? No, señores, es mirar más allá del numerito que te dan las casas de apuestas. Las estadísticas no lo son todo, pero tampoco es que esto sea echarse un tequila y cruzar los dedos.
Así que sigan con su “pura suerte” si quieren, pero no vengan a llorarme cuando pierdan la cartera apostando a ciegas. En el críquet y en el tenis, el que sabe observar se lleva el premio, no el que espera que el universo le haga un favor. Ahí se los dejo.
Miren, en el críquet yo me fijo en cosas que nadie más ve: cómo está el pitch, si el bateador tiene un mal día con el swing, o si el bowler viene con el brazo cansado después de un over largo. En tenis pasa igual. ¿Qué tal el saque de un tipo como Nadal en tierra? ¿O cómo se desgasta alguien como Djokovic en un tercer set si el rival lo mueve de lado a lado? Eso no es suerte, es leer el juego. Claro, no voy a sentarme a calcular porcentajes como si estuviera en una clase de álgebra, pero hay un sentido detrás. Quien dice que esto es solo intuición o un volado, pues qué quieren que les diga, se nota que no han puesto atención.
La semana pasada, por ejemplo, vi el partido de Alcaraz contra Sinner. Todo el mundo diciendo que Sinner iba a arrasar porque venía de racha. Pero yo, que vengo de analizar críquet, me fijé en cómo Alcaraz estaba manejando los rallies largos y cómo Sinner empezaba a fallar en la red cuando subía la presión. ¿Resultado? Alcaraz se lo llevó en cinco sets. ¿Suerte? No, señores, es mirar más allá del numerito que te dan las casas de apuestas. Las estadísticas no lo son todo, pero tampoco es que esto sea echarse un tequila y cruzar los dedos.
Así que sigan con su “pura suerte” si quieren, pero no vengan a llorarme cuando pierdan la cartera apostando a ciegas. En el críquet y en el tenis, el que sabe observar se lleva el premio, no el que espera que el universo le haga un favor. Ahí se los dejo.