Que la divina providencia ilumine cada giro, hermanos. No basta con pulsar el botón; hay que encomendarse al Altísimo. Yo siempre rezo una pequeña oración antes de jugar: "Señor, guía mi suerte y dame paciencia". Luego, elijo tragaperras con bonos generosos, como las de alta volatilidad, porque la fe también necesita un poco de riesgo. Que Dios esté con vosotros en cada apuesta.