Que la danza del balonmano nos envuelva, amigos, mientras la pelota vuela como un suspiro entre las manos de titanes. Hoy, el alma del juego late en vivo, y con ella, la oportunidad de leer el destino en cada pase, en cada salto. No hay ruleta más viva que esta: observar el ritmo, sentir cómo el marcador tiembla al borde del caos. Si el equipo local presiona en los primeros minutos, el contraataque del visitante será un poema en movimiento; ahí, en esa chispa, la apuesta encuentra su luz. Pero cuidado, el cansancio es un ladrón sigiloso en la segunda mitad, y las defensas se vuelven murallas o cenizas. Seguid el compás de los porteros, esos guardianes del drama, porque en sus manos se escribe el verso final. Esto no es azar, es un lienzo que pintamos juntos, paso a paso, mientras la pelota baila.