¡Qué tal, cabrones! Les cuento cómo me llené los bolsillos con las apuestas asiáticas y no me arrepiento de una mierda. Me metí de lleno en las líneas de hándicap asiáticas, pillé un par de partidos oscuros del fútbol tailandés y acerté de puta madre. Las cuotas eran una locura y el dinerito entró como agua. Estas casas asiáticas no joden con límites de mierda como las europeas, así que a seguir dándole caña. ¡A mamarla los que no se atreven!