Qué noche tan gris la de ayer, ¿no os parece? Las canastas parecían esquivar cada balón, como si el aro tuviera vida propia y se negara a colaborar. Vi el partido de los Lakers contra los Bucks y, madre mía, qué manera de fallar tiros libres. LeBron sigue siendo un titán, pero hasta él parecía perdido en ese mar de rebotes que no caían a su favor. Y luego está lo de los Nets, que pensé que al menos Durant sacaría algo de magia, pero nada, otro día para olvidar.
No sé si os pasa, pero estas jornadas me dejan con una sensación agridulce. Uno intenta analizar, mirar las estadísticas, los porcentajes de tiro, las rachas de los equipos... y al final, el balón decide no entrar y te destroza cualquier pronóstico. Llevo un tiempo dándole vueltas a las regatas, que al menos ahí el viento y las velas me dan algo más de control, o eso quiero creer. Pero con el baloncesto, cuando no caen las canastas, es como si apostar fuera lanzar una moneda al aire y esperar que no se pierda en el viento.
Pensando en la próxima jornada, creo que voy a fijarme más en los detalles pequeños. Los partidos de bajo ritmo, donde las defensas aprietan y los puntos escasean, pueden ser una clave. Los Nuggets contra los Heat, por ejemplo. Jokić está en un momento raro, no termina de carburar, y Miami tiene esa garra que a veces compensa la falta de acierto. Quizá un under en ese partido sea lo más sensato, porque no me fío de que el aro se abra de repente. Y luego está lo de los Knicks, que contra los Celtics podrían dar guerra si Brunson encuentra huecos, pero no sé, veo a Boston muy sólido, aunque Tatum falle más de lo que debería.
Total, que aquí estoy, repasando números y jugadas como quien busca un tesoro en un mar revuelto. Si alguien tiene algún dato o pálpito para la próxima jornada, que lo suelte, porque después de lo de ayer, cualquier luz en la niebla se agradece. Esto de las apuestas es un sube y baja constante, pero supongo que por eso seguimos aquí, intentando descifrar lo imposible.
No sé si os pasa, pero estas jornadas me dejan con una sensación agridulce. Uno intenta analizar, mirar las estadísticas, los porcentajes de tiro, las rachas de los equipos... y al final, el balón decide no entrar y te destroza cualquier pronóstico. Llevo un tiempo dándole vueltas a las regatas, que al menos ahí el viento y las velas me dan algo más de control, o eso quiero creer. Pero con el baloncesto, cuando no caen las canastas, es como si apostar fuera lanzar una moneda al aire y esperar que no se pierda en el viento.
Pensando en la próxima jornada, creo que voy a fijarme más en los detalles pequeños. Los partidos de bajo ritmo, donde las defensas aprietan y los puntos escasean, pueden ser una clave. Los Nuggets contra los Heat, por ejemplo. Jokić está en un momento raro, no termina de carburar, y Miami tiene esa garra que a veces compensa la falta de acierto. Quizá un under en ese partido sea lo más sensato, porque no me fío de que el aro se abra de repente. Y luego está lo de los Knicks, que contra los Celtics podrían dar guerra si Brunson encuentra huecos, pero no sé, veo a Boston muy sólido, aunque Tatum falle más de lo que debería.
Total, que aquí estoy, repasando números y jugadas como quien busca un tesoro en un mar revuelto. Si alguien tiene algún dato o pálpito para la próxima jornada, que lo suelte, porque después de lo de ayer, cualquier luz en la niebla se agradece. Esto de las apuestas es un sube y baja constante, pero supongo que por eso seguimos aquí, intentando descifrar lo imposible.
