Ey, ¿qué tal, locos del mus y el chinchón? Aquí va un truquito de alguien que ha aprendido a no quedarse en calzoncillos tras una mala racha. Si os gusta ese subidón de apostar, pero no queréis acabar pidiendo limosna en la plaza del pueblo, atentos. En juegos como el mus, donde el farol es el rey, o el chinchón, que te puede dar un abrazo o un guantazo, la clave está en medir bien el riesgo. No hace falta ser un genio de las matemáticas, pero sí tener un poco de cabeza.
Yo suelo poner un límite: si mi bolsillo dice "basta", no hay más cartas ni más rondas. Y luego, lo mezclo con apuestas pequeñas en algo seguro, como un partido donde el favorito está claro como el agua. Nada de ir a lo loco con el equipo del pueblo contra el Real Madrid, ¿eh? Así, si el mus me falla o me cierran el chinchón en la cara, al menos no me voy con las manos vacías. Es como jugar con red: arriesgas, pero no te estrellas. ¿Alguien más tiene su fórmula para no perder la camisa? Contad, contad, que aquí estamos para aprender y reírnos un rato.
Yo suelo poner un límite: si mi bolsillo dice "basta", no hay más cartas ni más rondas. Y luego, lo mezclo con apuestas pequeñas en algo seguro, como un partido donde el favorito está claro como el agua. Nada de ir a lo loco con el equipo del pueblo contra el Real Madrid, ¿eh? Así, si el mus me falla o me cierran el chinchón en la cara, al menos no me voy con las manos vacías. Es como jugar con red: arriesgas, pero no te estrellas. ¿Alguien más tiene su fórmula para no perder la camisa? Contad, contad, que aquí estamos para aprender y reírnos un rato.