Disculpen el atrevimiento de venir con otro análisis que no salió como esperaba. En el Mundial, puse toda mi confianza en los equipos grandes, esos que siempre parecen imbatibles en el papel. Brasil, Argentina, Francia... pensé que con su historial y nombres pesados no había forma de fallar. Pero, qué iluso. Los partidos me enseñaron que el fútbol no respeta reputaciones. Marruecos dio la campanada, Croacia se plantó firme y hasta Japón nos dio un susto. Mis apuestas se fueron cayendo una a una, y aquí estoy, compartiendo mi lección: no todo es tan predecible como parece. ¿Alguien más se quemó confiando en los favoritos?